Casi sin aire y sin respirar
caminando por las calles
de la mente, del pasado,
de las noches en vela sin luz.
Como oxígeno vital
una serendipia pretendida
in extremis
ordenando el caos.
Sigue su curso
dañando y divirtiendo momentos
salvo que, por una vez, fluye
con una frecuencia
lujuriosa y tierna:
una frecuencia
perfecta.
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