En ti

Vuelvo a ser feliz

a tu lado pero sin ti

porque aunque muera de frío

existo en un lugar

dentro de ti.

Perenne duelo

Marchitado el duelo

tras una derrota

que siendo paradójico

sabe a gloria

batámonos en duelo

cosechando nuevas victorias

o derrotas

ahí está el juego.

En números rojos

Tengo en números rojos

no sólo la cuenta bancaria

que también

tengo en números rojos el alma

el corazón, las entrañas

todo lo que he vivido

es rojo.

Es rojo de la sangre derramada

de un perdedor, un absurdo soñador

del que cree en finales épicos intermitentes:

una conexión que podría sobrevivir

al tiempo, a terceros, a la gente

a las sociedad, a las metas

a las etiquetas, a la distancia
en definitiva

a todo lo absurdo de los instintos

y de aquello que hemos creado

para entretenernos.

Como si sirviese de algo lo que haces

más que ocio y creencias absurdas.

Tengo roja la conciencia

los ojos, mi falo.

Tengo

ganas de llorar lágrimas de sangre

ganas de arrancarme el neocórtex

dejar de entenderlo todo

porque el final es el mismo:

o aceptas convenciones absurdas

o prima lo mundano y superfluo.

Todo lo que siento

y lo que a todos les vale

es la misma mierda

rojo sangre putrefacta

a fin de al cabo

todo vale...
y ahora llora
gilipollas.

Sin fechas

Se acabaron los argumentos

los días, los meses, los años.

Hace seis días, en otro mes

nueve años atrás

se marcó un antes y un después.

Dentro de ciento setenta y tres días

hará cinco febreros

de un después sin un antes.

Dentro de diez días antes

de los ciento setenta y tres días anteriores

celebraré un San Valentín más sin ti.

Hace unos días que he dejado de contar

para no sentir nada por una fecha

para que por fin, de una vez

cualquier fecha valga.

Intensamente a ratos

Hoy, un día más, embriagado

hasta decir basta

te he echado de menos

otra vez.

Sí, quizás porque no estoy

entre las piernas de otra,

no estoy

simplemente.

Por poco, derramo una lágrima

¡no!

puedo resistir, y esperar

mucho más.

Sólo, quiero sentir

amar a ratos

a fin de cuentas, juntos

este amor no volvería.

Erizarse de frío

Dos erizos schopenhauerianos

juntos durante algún tiempo

a veces hasta el clímax utópico

donde el dolor, el placer,

el frío y el calor

se daban entremezclados.

Dos erizos schopenhauerianos

separados por las circunstancias

y el proceder mismo de la vida

donde la realidad se impone

y se acepta. 

Aún así,

uno de ellos se pregunta, le pregunta

al otro: ¿no se puede más cerca?

a esta distancia tengo frío,

duele igual que cerca...

se derrite Siberia poco a poco.

Allí

Hay tanta gente siempre alrededor;

si existiese el paraíso terrenal:

allí estarías.

Un segundo

El Amor Dura Un Segundo

 un jodido maldito segundo;

lo que dura un destello fotográfico.

Perro callejero

Embaucado de abrumadora felicidad

con cariño y almuerzo, mueve la colita

tras ser recogido de la sucia calle.

Fugaces momentos que

de golpe y porrazo

con una patada y un portazo

le vuelven hacer ver lo que es:

un perro callejero,

sucio, solitario y confuso;

de bueno, imbécil profundo.

No necesita revolverse hacia nadie

llora, muerde alguna rama de rabia

y huye.

El parche perfecto... y otros

El parche perfecto que todo lo tapa

con su presencia, ya no hay roto

el vacío está lleno.

Pero es sólo eso, un parche

que cuando se retira

deja a la luz el oscuro hueco perenne.

 

Y el plan b es otro parche

para cuando falle el primero...

y busca el parche c, el d,

hasta que la prenda, moribunda

muera en el vertedero

de los trapos rotos

sola.

Sin intimidad

Sin intimidad no hay paraíso

perdido en la muchedumbre

forzado a ser uno más.

Sin contacto físico no hay Edén

meras quimeras humanas

hebras sin sentido.

Sin sexo no hay nirvana

frustraciones de dos patas

impulsividad marchita.

Sin miedo hay bienaventuranza

ser uno mismo siempre

con o sin ellos.

Sin emociones no hay humanidad
es todo lo dicho y no dicho
unas benditas meretrices.

Emociones fraccionarias

Como si pasase un cuarto de vida canina

en tres cuartos distintos

con fracciones intermitentes

de suspiros interminables.

Como aquel comprador pragmático:

un cuarto de deseo, un cuarto de amor,

un cuarto de caricias y otro de compañía...

un todo que se quebranta en partes.

Como un compendio de rasgos inconmensurables

dependientes contextuales

impulsividad, control,

alexitimia, contra-control.

 Como un saco de sueños rotos
que cuatro años después

tras llorar el cielo, por última vez,

fracciona sus caminos.

 

 

Anhelo que encuentres el tuyo.

La frecuencia perfecta

Casi sin aire y sin respirar

caminando por las calles

de la mente, del pasado,

de las noches en vela sin luz.

 Como oxígeno vital

una serendipia pretendida

in extremis

ordenando el caos.

Sigue su curso

dañando y divirtiendo momentos

salvo que, por una vez, fluye

con una frecuencia

lujuriosa y tierna:

una frecuencia 

perfecta.